La biblioteca ubicada sobre la fachada principal del Monasterio que serviría como centro de saber, situada por encima del acceso principal de acceso a la basílica, como si quisiera darnos a entender que, para adorar a Dios, antes había que pasar por el conocimiento de las disciplinas humanas, por entonces agrupadas bajo las siete Artes Liberales.
Está considerada como una guardiana de tesoros, tiene una colección de libros muy valiosos, tanto es así que los eruditos del siglo XVI querían un lugar donde proteger las joyas literarias repartidas por otras bibliotecas y no costó mucho convencer al rey Felipe II para reunirlas en la Real biblioteca del Monasterio de El Escorial.
Una biblioteca de fondo más antiguo de las más importantes que en su día compitió con la vaticana, cuenta con más de 40.000 volúmenes de los cuales 500 son incunables.
Un suceso triste fue el pavoroso incendio que sufrió en el año 1671 en el cual se perdieron más de 4.000 ejemplares manuscritos.
Los libros se conservan del revés para que se conserven mejor, ya que al no coger un libro por el lomo se consigue un mejor mantenimiento en el tiempo. Tenían de diversas procedencias que al llegar a la Real Biblioteca se encuadernaban todas de igual manera pintando los cantos de dorado dando así una sensación de biblioteca regia. Gracias a unos números podemos saber dónde está cada libro.
La biblioteca cuenta con una nave de 54 metros de largo y 9 metros de ancho, por la que, a lo largo de ella podemos observar diferentes retratos de los monarcas, desde su fundador Felipe II.
La biblioteca fue una de las pioneras en mostrar la colección de libros disponiendo sus estanterías en los laterales de la sala para dejar espacio en el centro para mostrar otros complementos, como, por ejemplo:
La Esfera Armilar cuya particularidad es que la Tierra está en el centro del universo en vez del Sol, que, según las teorías de Claudio Ptolomeo se utilizaba como instrumento para estudiar los movimientos de los astros.
Pero también decora este espacio el monetario con monedas antiguas, mapas y cartas.
La Real Biblioteca tiene otros tesoros escondidos en la sala de depósito (era la ropería del monasterio) donde se movieron a mediados del siglo XIX para preservarlos de posibles incendios y cuenta con 6.000 manuscritos de los cuales 500 son incunables.
El documento más antiguo es del siglo VI y es una obra de San Agustín “De Civitate Dei” obra editada en Roma en el año 1468.
También había un lugar donde ubicar los libros duplicados y los libros prohibidos, esta zona sería el Salón Alto que se encontraba justo en la parte superior del Salón Principal o Salón con la bóveda decorada con frescos.
FRESCOS DE LA BÓVEDA DE LA REAL BIBLIOTECA
En el año 1586 Felipe II encarga a Peregrino Tibaldi, natural de Bolonia como artista para acometerla decoración de la bóveda, junto a él también colaboraría su compatriota Bartolomé Carducho.
Tibaldi quiso materializar este ambicioso plan siguiendo los esquemas que ya había anticipado su maestro Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
Los concluyó en el año 1592, seis años antes del fallecimiento del rey Felipe II.
De lo Humano a lo Divino
El programa iconográfico para decorar la bóveda fue decisión del rey representar las siete Artes Liberales. Eran como eslabones de una cadena que enlazaban los dos testeros en los extremos de la sala, uno de ellos estaba próximo el colegio y es donde está representada la Filosofía entendida como compendio del conocimiento humano. En el testero opuesto de la sala está muy próximo el convento donde se pintaría la Teología, resumen del conocimiento divino.
Se escenificaba de la siguiente manera:
La Filosofía se subordina a la Teología a través de las 7 Artes Liberales del trívium (gramática, teórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, música, geometría y astrología). Este reparto de parcelas del saber prevaleció en los tiempos medievales llegando hasta la Edad Moderna.
La Filosofía
Está encarnada por una matrona que domina el centro de la composición, está señalando con su brazo al globo terrestre que simboliza la universalidad. Sus tributos son un libro abierto (un ángel lo sostiene a su derecha) y otro cerrado a su izquierda.
A su alrededor observamos cuatro filósofos, que son: Aristóteles, está de frente dialogando directamente con la filosofía; Platón, Séneca y Sócrates representado con gran realismo, ya que, los pies desbordan del marco y se apoyan en la cornisa.
En el friso inferior de este mismo testero se aprecian la Escuela de Atenas con sus dos cátedras principales, los académicos encabezados por Sócrates y los estoicos dirigidos por Zenón, su fundador.
La Gramática
La matrona que la representa no oculta su gesto severo, sostiene una guirnalda de flores en una mano y en la otra un azote, queriendo insinuar que hay que aplicar antes el premio que el castigo. El P. Sigüenza dijo acerca de este “basta sepan que lo hay”.
En el friso está representada la construcción de la Torre de Babel, que no llegó a su fin por culpa de la soberbia y de la confusión humanas. En el libro del Génesis, 11, 1, se lee cómo Dios castiga a los hombres que intentan construir una torre que alcance al cielo, confundiendo sus lenguas.
De este pasaje se infiere la necesidad de la gramática, como método de un único medio de comunicación que sería el hebreo, la lengua utilizada por Dios en la Biblia.
La Retórica
Mujer que lleva en su mano un caduceo de Mercurio, símbolo de la elocuencia y del equilibrio de las fuerzas cósmicas, mientras que en la mano derecha está abierta indicando predisposición al diálogo.
La Dialéctica
La dialéctica es fundamental para el estudio de las restantes Artes Liberales. Representa a una mujer con los brazos abiertos y con una mano cerrada y otra abierta indica la habilidad para agrandar o minimizar los argumentos según convenga.
En uno de los frescos se representa la figura de Zenón de Elea, uno de los precursores de la Dialéctica) señalando la Verdad y la Falsedad simbolizando que la Dialéctica facilita el descubrimiento de la verdad, aunque sin fiarse de las apariencias y desconfiando de un posible engaño visual.
La Aritmética
En el friso, la reina de Saba, atraída por la fama de la sapiencia del rey Salomón, acude a él para ponerle unos enigmas. Según se lee en el Libro de los Reyes, I, 10, 1. Sobre la mesa aparece una balanza, una regla y una tabla con los cuatro primeros números sagrados pitagóricos y, debajo, frase escrita en caracteres hebreos: Omnia in numero, pondere et mesura (Todo tiene número, peso y medida). Así, nos remite a la vinculación entre la Aritmética y las Sagradas Escrituras, pero también nos hace pensar que es un símbolo asociado con el prototipo de la sabiduría de la Antigüedad.
La Música
Se nos presenta con una musa sentada en su trono tocando un laúd está rodeada por niños que también son portadores de motivos musicales. En la parte superior un cisne lanza sus últimos cánticos antes de morir.
En una de las figuras representadas aparece el Dios Pan, al que se le atribuye la invención de la flauta.
La Geometría
En la Geometría a figura de la Matrona aparece portando dos atributos un compás y una vara. Los jóvenes que la rodean portan diferentes instrumentos geométricos.
En el friso se ven a los sacerdotes y filósofos egipcios dibujando figuras geométricas en la arena calculando las restituciones parcelarias que se deberían conceder a los perjudicados por las inundaciones del río Nilo.
La Astrología
La matrona está recostada sobre una esfera celeste con estrellas y un difuso globo terráqueo a sus pies, está observando el firmamento portando un compás en su mano derecha, con varios niños que estudian el curso de los astros ayudándose de los libros y una esfera Armilar.
La Teología
La Teología ocupa el final del imaginario recorrido del hombre a través de las siete terrenales Artes Liberales y que concluyen con la ciencia suprema de la Revelación, la Teología, representada con una doncella hermosa, de cuya cabeza fluyen resplandores divinos; su belleza es alegoría de la perfección y su corona es símbolo de la realeza, está señalando a la Sagrada Escritura rodeada por los cuatro Padres de la Iglesia.
Este programa iconográfico fue pensado por Felipe II y sus colaboradores que quisieron transmitirnos una apuesta por la intelectualidad y la integración en tiempos tan complejos de finales del siglo XVI.
A continuación, os dejamos un vídeo del Monasterio de El Escorial.