La historia de la Calle del Dsesengaño forma parte del lado fantástico del imaginario de Madrid, creando leyendas con un lado más o menos real, y con un alto grado de confabulación han llegado con el paso del tiempo hasta nuestros días.
En pleno centro de Madrid y paralela a la calle Gran Vía se encuentra la Calle del Desengaño, una calle con una historia sorprendente que nos transporta a la época de los duelos con espadas y que en esos momentos estaban prohibidos en Madrid, pero lo que más sorprende es su final.
Sus protagonistas son dos caballeros italianos importantes del siglo XVI, el Caballero de Gracia y el señor Vespasiano de Gonzaga que decidieron batirse en duelo de espadas por el amor de una doncella.
Durante el envite pasó corriendo una dama que cubría su rostro con un velo perseguida por un zorro, ambos caballeros corrieron en su ayuda y cuando llegaron a ella descubrieron que bajo el velo había un rostro momificado, al ver los espadachines que la dama no era de este mundo quedaron tan atónitos y perplejos que exclamaron “¡qué desengaño!” bautizándose así la calle.
Sin embargo, la historia cuenta con dos personajes influyentes de la época, uno de ellos es Vespasiano Gonzaga formaba parte de la corte del rey Carlos V, era militar y con gran cultura que posteriormente sería paje y mano derecha del rey Felipe II otorgándole el título de Grande de España.
El otro pretendiente en esta historia es Jacobo de Gratij, el famoso ¡Caballero de Gracia! originario de Módena que llegó desde Italia a Madrid y estuvo de nuncio, fue jurista, diplomático, sacerdote y fundador. Vino con una gran fortuna y compró varios solares de la zona construyendo casas y jardines que eran auténticos vergeles.
En el año 1566, Gratij vivió en el Palacio de Valsaín y acompañó a Felipe II a la espera del nacimiento de Isabel Clara Eugenia.
También tuvo estuvo cerca de las hermanas de Felipe II, Juana le obtuvo en 1571 de su hijo, el rey Sebastián de Portugal el hábito de la Orden de Cristo, siendo así «el Caballero de gracia» castellanizando el apellido. La emperatriz María le animó a promover el Real Colegio de Ntra. Señora de Loreto para niñas huérfanas pobres.
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